jueves, 16 de diciembre de 2010

Sin tan solo supieras...

Si pudieras ver lo que veo cuando te miro, lo que mis ojos de mirada recién estrenada me traen cada vez que descubro tu presencia.
Si pudieras saber como se me renueva la piel cuando estás cerca y el contacto con la tuya empieza a dejar de ser promesa para convertirse en acto.
Cual es la magnitud del temblor que recorre mi cuerpo en toda su extensión cuando tus manos de casi perfección amenazan invadir cada colina y explorar toda posible llanura.


Si tu pudieras ver el brillo que le saca a mi alma la cálida fricción de tus palabras
Si supieras que me cambia la voz, que mis dedos no alcanzan a escribir lo que quisieran y se me convierte la nada en todo en un minuto...tanto como puede trocarse el todo en nada en un segundo...
Si supieras con que emoción espero el entrañable milagro del encuentro.
Si supieras que a veces te extraño tanto que se me desordenan las ideas y sé con definitiva seguridad que te extrañaría aunque no te hubiera conocido.
Si pudieras apenas percibir la exuberancia de todo el territorio que recorren mis ganas hasta ti.

Si conocieras de pronto el raudal de sensaciones que provocó la mágica irrupción de tu vida en mi vida...
Entenderías que no hay lugar para el marasmo, ni resquicio posible a la nostalgia, ni beneplácito para la melancolía.
Y que la fragilidad del cristal de tal prodigio, no merece descuido ni resiste ya más un sobresalto...
Que hay que cuidarlo mucho, con amor y ternura, no dejar que se escurra con lágrimas absurdas, ni que se pierda en algún desatino.


OdeMendoza

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