domingo, 12 de agosto de 2007

Vida Cristiana

3.- Presión

Necesitamos hacer frente al hecho de que todo ministerio real va a llevar una medida proporcional de responsabilidad. La responsabilidad lleva presión con ella. Si hacemos frente a la presión de la manera equivocada, nos aplastará. La presión de necesidad o de una iniciativa de fe particular puede resultar un tremendo estímulo a una carga pesada.

La presión correcta nos mueve a la acción y puede ser muy productiva cuando la asumimos en el poder de Dios (Santiago 1.2).

Si hemos de ser fructíferos, particularmente de parte de otra gente, necesitaremos desarrollar el don de conocer la presión correcta y equivocada, y la habilidad de aceptar lo que es correcto y desechar lo que es equivocado.

La presión desarrolla la perseverancia, que es una necesidad absoluta en los días en que vivimos, porque desarrolla en nosotros una mayor capacidad para la obra que Dios nos ha dado. La presión nos enseña nuestra capacidad y cuando es manejada adecuadamente, también la aumenta.

La presión también demuestra áreas de debilidad en nuestra vida y personalidad, para que podamos llegar a estar conscientes de un problema antes que empiece, o dar los pasos espirituales necesarios para efectuar un cambio.

El problema viene cuando llevamos la presión equivocada. Esto sucede cuando hemos aceptado una tarea o posición para la que no estamos ni llamados ni preparados. Satanás se ocupará de que nuestros ojos decidan, y en vez de estar en paz para aceptar y obrar dentro de la voluntad de Dios para nuestra vida, llegaremos a estar sujetos a las demandas y presiones que el Padre nunca propuso para nuestra vida.

Nuestros dones y capacidades son pulidos bajo presión. Conocemos los perezosos que somos y el largo tiempo que tardaríamos en lograr algo para Dios, y por tanto El es quien mejor sabe ser un Consolador adecuado para nosotros, empujándonos hacia adelante a la acción el poder de Dios.

4. Desacuerdo

Alguien dijo una vez: “la conformidad en el comportamiento en una organización es esencial, la conformidad en ideas en una organización es trágica”. ¿Cómo pueden dos andar juntos, a menos que estén de acuerdo?

En un ministerio necesita haber un acuerdo básico de ideas y modos de enfoques espirituales. Sin embargo, la lealtad no necesariamente significa que estéis de acuerdo el uno con el otro sobre todo detalle insignificante.

No es el liderato espiritual el que exige esta clase de conformidad, sino el dictado espiritual. Parte de cada uno de nosotros quiere que todos los demás estén de acuerdo con nosotros todo el tiempo, pero rara vez sucede así. Como individuos no somos poseedores de toda la verdad y virtud. El conflicto creativo es un elemento muy productivo en el desarrollo de nuestro propio pensamiento y ministerio.

Por la presión de los modos de enfoque e ideas de otra gente, muchas veces son confirmados o modificados los nuestros, y si son confirmados entonces están aun más claros y fuertes por el desafío del conflicto aparente.

De todas maneras, deberíamos ser más maduros en vez de ver esto como un conflicto. Por supuesto, existen límites más allá de los cuales las diferencias ya no son creativas, porque llevan a la guerra entre los grupos de personas en vez de una discusión útil.

5-. Chisme, calumnias y malentendidos

Una lengua chismosa puede infligir heridas terribles en otra persona. Algunos que hablan rápido y ligeramente con su lengua, nunca se paran a considerar el daño que es causado, tristemente muchas veces más allá de la reparación (Proverbios 18.8; 16.28; Santiago 3.6). Necesitamos aprender ciertas lecciones muy de prisa:

- No existe liga de autodefensa en el Reino de los cielos. No vale para nada el hacerse el gallito e intentar alguna clase de defensa equivocada.

Si nuestra respuesta inmediata es dar golpes furiosos sin mirar a quién, estaremos en peligro de ser mordidos dos veces, porque aquí nos confrontamos con un mal que proviene desde el mismísimo pozo del infierno. La tragedia es, por supuesto, que es un mal que se ha extendido por todo el cuerpo de Cristo.

- Necesitamos saber cuándo dejarlo en paz o cuándo confrontarlo con la verdad. Existen momentos cuando cualquiera de las dos maneras de actuar puede ser correcta y necesitamos el don de discernimiento en el Espíritu Santo para conocer la diferencia.

Existen momentos cuando el cotilleo está basado nada más que en desinformación, y sólo se necesita una pequeña dosis de la verdad para corregirlo.

- Necesitamos saber dejar que la palabra hiriente desafíe nuestra propia vida y acción. Muchas veces la crítica tiene un grano de verdad en ella de la cual podemos aprender algo.

El chisme raramente perturba y ciertamente no puede destruir un corazón y vida en paz con Dios. Si sabes tu posición y tienes aquella relación abierta con el Padre y te dice que todo está bien, entonces no tienes nada que temer.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4.7).

6.- Heridas y problemas personales

Las heridas pueden llevar a un terrible aplastamiento del espíritu.

El ánimo del hombre soportará su enfermedad; más ¿quién soportará al ánimo angustiado? (Proverbios 18.14).

Es en momentos así que el Señor quiere que se lo traigamos todo a El. No existe ninguna otra respuesta a esta necesidad más profunda de nuestro espíritu. El Padre conoce nuestro espíritu porque El lo creó.

Sabe manejarlo, sabe sanarlo, sabe cotejarlo para que regrese a la vida de nuevo. Sabe derramar su bálsamo en nuestro corazón sin permitirnos complacernos de la pena de nosotros mismos. Su mano es amorosa, pero fuerte.

Echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros (1 Pedro 5.7)

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